jueves, 28 de marzo de 2013

Digamos que tu nunca y mi tal vez se traducen en un simple "ya fue".

Voy buscando a ciegas un sueño, que me niega y que me agacha la mirada. Me dice que querer no siempre es poder y tiene toda la razón, será que los sueños son sabios. Sino mírame a mí, queriendo recrearte y tú de irrepetible.
Antes marzo solía desnudarse mientras abril me quitaba la ropa. Y tú y yo no controlábamos nada. Dejábamos todo surgir y nos gustaba sentirnos llenos de casualidad. Pero más te gustaba verme los domingos fríos cuando yo sólo quería una vida de azotea, en los tejados, y mis manos inquietas rodear tu espalda inmensa como si fuese el mar y sólo pretender admitir las tuyas abrazando mis lunares.
Te envidio porque necesitas a nadie y a mí me da por llorar de amor en una almohada desconocida y seguir entera. Me aterra sentirte tanto, pero más que llegue un día en que no te sienta. Supongo que significa que no estoy muerta, pero...¿Y tú? Te prometo que he olvidado todo odio y voy a sonreírte y a quererme más. Pero si me ahogo, ven en silencio y rescátame.

No deberías olvidar que hay amores que han acabado por menos y que siempre que quieras, seguiremos siendo aquel quién fugaz que ya fuimos.


viernes, 8 de marzo de 2013

Mujer fuerte, corazón frágil.



Me siento sola en medio de un montón de gente, sin ver la calma que debería llegar tras la tormenta. Tampoco veo el Sol y mis ojos cansados de mirar mentiras no quieren abrirse más. Debo matar los sentimientos y los miedos, que siempre llevo conmigo por no dejarlos fuera. Bésalos y escríbelos un poema. O quién sabe, puede que un día, dentro de mucho tiempo, se oxiden o envejezcan y no quieran saber más de ti.

Deberías relajar esos puños cerrados que evitan caricias, pues mis manos echan de menos las tuyas. Y dejar de apuñalar con tus palabras y gestos que un día amaron; mientras yo apuñalo tu ausencia porque quiero que regreses en tan solo un pestañeo.

Quiero que vuelvas a amar mi vergüenza, mis dudas, mis miedos y nunca dejes de marcar días felices en el calendario, ni de creer en alguien, ni de creer en ti. A mí me sobran motivos para extrañarte de antemano, porque como decía ayer Ismael Serrano: “Hoy es siempre todavía”.

Y hoy solo sé que bastará un café con dos de azúcar y una sonrisa para que te prometa quedarme a vivir en tus manos.