sábado, 23 de febrero de 2013

El amor viene y va y regresa y la ciudad es el testigo.

Ayer estuve en la ciudad. No os podéis imaginar lo que la echaba de menos. A veces pienso que estoy enamorada y que en algún momento quiero vivir en, con y de ella.
Disfruto caminando hacia ninguna parte, a contracorriente de toda esa multitud, entre luces y carteles coloridos. Disfruto porque no veo dos personas iguales, ni siquiera gemelos, nunca he visto gemelos en Madrid.
Y me encanta visitarla cuando mi cabeza no admite otra preocupación que no sea un buen café entre risas.
Lo que siempre he querido es correr y cantar por cualquier calle, más o menos larga. Allí nada me da vergüenza, nadie me conoce, ni nadie me juzga.
Y es bonito, porque son todas esas sutilezas las que me hacen sonreir a cualquier desconocido, las que me hacen pedirle que quiero que se quede conmigo esta noche, en la ciudad.

Te quiero, Madrid. 




martes, 5 de febrero de 2013

Voy, buscándome la vida, buscándote en mis planes.


Ven. Quédate. Ponte cómoda, te traeré un café y porque no, también una de esas galletas que siempre robas a escondidas de mi despensa. ¿Azúcar? Mejor que sean dos. Que ya sabemos que los números impares y tú… Voy a empezar desde el principio…cuando yo tenía miedo de que no existiese un siempre y apenas un ahora. Cuando aún éramos más grandes y no dejábamos que los sueños se deshicieran, ni que el presente nos rompiese por dentro. Ahí estabas tú, en las mañanas soleadas siendo el rescate de sonrisa grande, natural. Porque me gusta verte colocar los platos con cuidado cuando quedamos a cenar y verte maquinar quién sabe que plan para dentro de quién sabe cuando, mientras yo te desordeno entre compases de canciones compartidas. Porque no quiero dejar en el olvido los abrazos y los gritos que les siguen y nos definen, ni el dormir entre recuerdos de toda una vida, ni el cruzar corriendo por los pasos de cebra como gatos callejeros.

¿Ya te has tomado el café? Espera, que aún tengo más. Me he dado cuenta de que cada vez que te miro nos veo más diferentes, pero “polos opuestos se atraen”, ¿no? Que pese al tiempo, las heridas y la lluvia somos recíprocas. Porque aunque la rutina nos mate mi corazón da voces para que arañes los segundos y te quedes otro viernes, que ya sabes que me ahogan.

Ya lo último, lo prometo. Todo es diferente desde que llegaste. Ya no estoy vacía desde que decidiste revolucionarme. Si te elegí fue porque no quiero una que esté cuerda, porque las cuerdas atan.