martes, 22 de enero de 2013

Dice que tiene miedo de la muerte del amor.

La mirada cansada y el dormirse triste son más que una opción, desde hace un año.
De vez en cuando, mis dedos, inconscientes, rozan con cuidado la cicatriz vieja para recordarme que las promesas sin cumplir, las promesas rotas no dejan de doler. Sin embargo, no me rindo nunca, porque el dolor pasa, es temporal. 
Lo que no quiero creer es que la persona que un día te lleno de primavera en el invierno más frío, se haya ido. Pero así son las cosas, y lo malo de lo bueno es que dura siempre demasiado poco.
Ahora intento asimilar que debo dejar de regalar amor a quienes no lo merecen, mientras mi corazón sigue sintiendo cosas que mi cabeza no logra entender. No lo comprende porque en ella no dejan de dar vueltas imágenes de una vida que nunca viví.

¿Y sabes qué? Desde abril nadie mira al cielo y absolutamente nadie puede con los lunes desde que nos prohibieron soñar. 
Aunque dejemos de creer y nos vacíen por dentro intentamos hacer algo grande de cada día. Salvo los martes, que siguen siendo imposibles sin tu voz.

domingo, 13 de enero de 2013

Siempre en estado de espera.

Vivimos en una sociedad acelerada y complicada. Pero nosotros no somos distintos, en absoluto. Como seres cambiantes nos asusta la idea de atarnos, de aferrarnos a alguien o algo, de adquirir un compromiso. Odiamos afianzar las cosas, acatar normas o cumplir los horarios y planes propuestos, por la sencilla razón de que todo es efímero; las oportunidades vuelan y la vida se escapa, mientras nosotros no queremos correr.
En cuyo caso se trataría de una completa y absurda paradoja, pues como ya he dicho, vivimos agobiados por el tic-tac del reloj, por los plazos...
Es por eso, que de vez en cuando necesitamos parar, respirar y concedernos el lujo de tomar un buen café, de hojear nuestros escritos preferidos, de escuchar aquellas canciones que recuerdan momentos bonitos con personas con las que ya no compartimos nada... 
Lo que es totalmente evidente es que como seres curiosos e inquietos que somos queremos probar cosas nuevas y disfrutar, saborearlas, experimentar con ellas.

Lo que queremos es conocer a otros locos, EMPEZAR DE CERO.

jueves, 3 de enero de 2013

Que será de ti y que será de mí.

La mayoría de las personas piensan que para escribir una carta de amor hay que estar enamorado. Sin embargo, yo no lo pienso, por eso te la escribo a ti, mi gran amigo, para decirte todo lo que nunca te he dicho.

Sencillamente, es indescriptible cuando sé, cuando siento, que llegaste para marcar la diferencia entre todo lo demás. Aunque más sencillo aún, es entender que momentos como las noches de verano, las largas llamadas telefónicas y la música dan sentido a mi vida.
Tan pronto apareces cuando lo necesito para decirme que tranquila, que afloje, que las cosas saldrán bien; como se nos pasan las horas muertas riéndonos de la vida. Sin duda son esas fuerzas, esa fe que tienes en ti y en mí la que me contagia las ganas de querer siempre más.
Pero más tremendamente maravilloso es que seas el único que de madrugada me recuerde que nos debemos  un paseo, una charla o cualquier otra de esas bonitas nimiedades. 
Es por todo eso, que sólo sonrío, sonrío a oscuras, justo antes de dormirme, al recordar unas frases que decía Federico Moccia: "Ninguna relación humana contempla la posibilidad de que uno se halle en posesión del otro. En cualquier pareja de almas, las dos son absolutamente diversas. Tanto en la amistad como en el amor, ambas, codo con codo, levantan las manos juntas para encontrar aquello que ninguna de las dos puede encontrar por sí sola..." con las que me doy cuenta de lo realmente importante. Como que te tengo, que vivir acompañada no dejará de ser lo más genial y que los caminos de mil millas comienzan con un paso.

Ojalá y siempre nos quede un poco de futuro y unas cuantas palabras sentidas que compartir.

Atentamente: Sara Reina.