Hace
tan sólo tiempo deshacíamos inviernos por el mes de abril. Éramos puro amor de
callejón. En el muro siempre tus manos y en mi boca tus besos. Éramos éxtasis
en estado puro. Y al igual que los formales se presentan a sus padres; tú, el informal, me presentabas tu habitación
de segunda planta con cama a doble altura. Éramos, en definitiva y en pasado,
socialmente incorrectos.
Sin
embargo, hoy el siete da vértigo, igual que da vértigo amanecer y enfrentarse a
nuevos días sin ti porque has decidido caminar en sentido contrario.
No sé
si esto es amor o empeñarme en vivir en tu cuerpo. Ahora sólo espero día tras
día que vengas tú a abrirme los ojos y un poquito el corazón. Necesito sacarlo
todo fuera, escribirlo en cualquier sitio para que también pueda llenarse de
vida y quedarme libre, que es como yo te quiero a ti, libre y rebelde.
No me ahorres nada, quiero incluso los rencores y los descaros, porque yo no sé querer a medias ni aun queriéndolo.
No me ahorres nada, quiero incluso los rencores y los descaros, porque yo no sé querer a medias ni aun queriéndolo.
Y
aunque abril venga a recordarme que ya no soy feliz, pienso poner flores en el
jarrón sin hacer de ellas un símil de amor cuando se marchiten.
Nunca
hubiese pensado que escribirte esto pudiese doler así, chico de ojos tristes.
Que tú me dolieses así.
Siempre enorme, Sara. Siempre.
ResponderEliminar