domingo, 7 de abril de 2013

“No sé qué decirte. Tal vez que todavía tu nombre me palpita exactamente al lado de la palabra siempre.”


Hace tan sólo tiempo deshacíamos inviernos por el mes de abril. Éramos puro amor de callejón. En el muro siempre tus manos y en mi boca tus besos. Éramos éxtasis en estado puro. Y al igual que los formales se presentan a sus padres;  tú, el informal, me presentabas tu habitación de segunda planta con cama a doble altura. Éramos, en definitiva y en pasado, socialmente incorrectos.

Sin embargo, hoy el siete da vértigo, igual que da vértigo amanecer y enfrentarse a nuevos días sin ti porque has decidido caminar en sentido contrario.

No sé si esto es amor o empeñarme en vivir en tu cuerpo. Ahora sólo espero día tras día que vengas tú a abrirme los ojos y un poquito el corazón. Necesito sacarlo todo fuera, escribirlo en cualquier sitio para que también pueda llenarse de vida y quedarme libre, que es como yo te quiero a ti, libre y rebelde.
No me ahorres nada, quiero incluso los rencores y los descaros, porque yo no sé querer a medias ni aun queriéndolo.

Y aunque abril venga a recordarme que ya no soy feliz, pienso poner flores en el jarrón sin hacer de ellas un símil de amor cuando se marchiten.

Nunca hubiese pensado que escribirte esto pudiese doler así, chico de ojos tristes. Que tú me dolieses así.

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