sábado, 22 de diciembre de 2012

Sin aliento.

Sin nada que decir. Tan sólo una mirada de admiración que dedicarte a estas alturas. Aunque parezca mentira, esta amaneciendo, y la noche ya se ha llevado consigo casi todos los recuerdos...pero aún así, quedan algunos escondidos bajo la mañana.
Volvemos juntos, siempre lo hacemos. Quién sabe los motivos que nos llevan ha hacerlo, pero irremediablemente pasa...cómo todo tiene que pasar.
Corremos al compás del sol, descalzos, sin preocupaciones...mientras, la arena se hunde bajo nuestros pies y, de repente, una ola que nos acaricia los tobillos. Y me das la mano, me llevas por el tiempo...pero ya no hay treguas insoportables que nos persigan, estamos solos...no nos hace falta nada más.
Ahora, me agarras aún más fuerte, me coges...cierro los ojos, me llevas lejos...sin importar lo más mínimo lo demás. Y siento como la hierba acaricia mis pensamientos.
Después, un beso, sin explicación...dado despacio, muy despacio.
Y una vez más, supiste dejarme sin aliento.


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