domingo, 23 de diciembre de 2012

La respuesta no es la huida.

La persona que resultaba tan importante en tu vida sale huyendo, y todo lo constituido, todos los momentos, se convierten en ceniza, dejan de importar.

No entiendo como se puede pasar del cariño y las sonrisas a reprochar hasta lo que no fue. Me equivoqué del todo contigo, y sin embargo, no me arrepiento de nada. Es como si todo aquello girase en una nueva dimensión de placer: las bonitas conversaciones, los abrazos interminables, los besos a quemarropa, los ratos a oscuras...

No podía esperar que todo aquello recibiese el calificativo de desamor, porque ni siquiera llegó a ser amor. Lo que no quita que las cicatrices vayan a sanar, ni que las palabras dejen de doler.

Ahora y siempre sé que cada noche voy a arrancarte de tu cama para abrigarme de este noviembre; y que cómo cada amanecer, recordaré que no sé donde buscarte.



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